Para bien o para mal estamos viviendo una ola de solo-preneurs en cuanto a trabajo y estilo de vida. Esto ocurre a medida que el trabajo físico o repetitivo está quedando atrás y siendo reemplazado por robots.

El trabajo virtual distribuido será posible a una escala inimaginable en unos años. Los trabajadores serán accesibles y “empleables” en tiempo real sin importar su ubicación, que irá siendo cada vez más irrelevante.

Lo interesante es que este sistema es como empezó el capitalismo hasta que las grandes corporaciones, aliadas con los sindicatos, se convirtieron (provisionalmente) en una fuente de estabilidad y prosperidad.

A principios del XX los trabajadores especializados trabajaban cuando se les llamaba, y el resto del tiempo estaban deambulando por ahí o en las propias instalaciones de la compañía gastándose las pagas en juegos y alcohol.

Los sindicatos entran en juego más para asegurar unas condiciones de trabajo dignas, y eliminar las adicciones que para mejorar las pagas. Sólo cuando crecieron, y tras el derecho de huelga apareció la demanda de ganar más dinero. Con ello la clase trabajadora realmente empezó a aspirar a tener una vida, pero al mismo tiempo se produjo la incorporación de los sindicatos como una institución más del sistema.

Ahora el proceso se ha invertido. Y tal y como están las cosas es prácticamente inevitable la vuelta del sistema de destajo y de la esclavitud en último término.