La clave es entender cómo la tecnología BC (desarrollo, adopción, etc.) está desarrollándose mucho más deprisa de lo que los reguladores y la población en general pueden abarcar.
En el momento de escribir este artículo el Bitcoin está a punto de empezar a ser aceptado como medio para el pago de impuestos en Arizona. Es anecdótico, pero relevante de lo rápido que se están moviendo las cosas.
Mucha gente (también del sector) pide regular el Bitcoin, y las criptomonedas en general. Pero es probable que el retraso con que están apareciendo las regulaciones responda a la perplejidad e ignorancia de las autoridades, más que a una estrategia deliberada (como señalan en algunos medios).
En Septiembre de 2017 China prohibe las ICO, y después lo ha hecho Corea del Sur por considerarlas “disruptivas para su sistema financiero”, al carecer de los mecanismos de control necesarios. Por otra parte Canadá, y especialmente Rusia siguen caminos diferentes, ya que están regulando con agilidad. Incluso están potenciando estas actividades dentro de unos márgenes.
La ironía del destino que comentaba en “Blockchain y el Negocio de la Confianza” se repite cuando ahora resulta que las antiguas centrales eléctricas Soviéticas van a dar energía a la minería de Bitcoin que está huyendo de China. Que Rusia y otros países empiecen a utilizar las criptomonedas para tratar de sortear las sanciones financieras que les impone Occidente sería de los capítulos más divertidos de toda esta historia.
Otros, como es el caso de Reino Unido y Alemania, de momento se limitan a manifestar su preocupación por el asunto, al considerarlo un “imán para todo tipo de fraudes (lo cual en mi opinión demuestra que el Bitcoin es realmente dinero).
Japón está preparando leyes al respecto, y la SEC de Estados Unidos se ha pronunciado indicando que los token son ‘securities’ (es decir, valores negociables y con un riesgo), y como tales deben ser registrados y controlados. Recordemos no obstante que los token no son acciones (no generan dividendos), ni deuda (no generan intereses). Ni tampoco opciones (no dan derecho a comprar ni vender nada).
Pero el problema no es si Bitcoin debe o no ser regulado, sino si PUEDE ser regulado. Y la realidad es que no. Sencillamente porque dicha regulación sería inaplicable en el día a día de las personas. Regular cómo pagas o cobras a otra persona que acepta tu dinero sería como tratar de fiscalizar qué dices en tu correo electrónico a otras personas.
Puedes imponer leyes draconianas a los exchanges para penalizar a toda cosa el trasvase de dinero fiat / crypto. Puedes también reforzar algunos abusos vigentes, como las normativas KYC/AML que aplican los bancos.
Incluso podrías encarcelar a algún personaje, a modo de “escarnio público” (como hacen con los políticos caídos en desgracia), para que parezca que pasa algo y aterrorizar a tus propias filas. Pero a largo plazo todo eso será inútil.
Ya cuando la revolución de Internet en los 90 del siglo pasado quedó claro que la regulación se retrasaba mucho respecto del avance tecnológico. Todavía hoy hay grandes zonas de la Red que son vacíos legales. Con la tecnología Blockchain la realidad alcanza ‘velocidad de escape’, y resultará imposible regular nada de forma práctica, es decir, de forma aplicable.
La caja de Pandora se ha abierto, y la Red encontrará formas de sortear todas y cada una de las medidas que se impongan. Porque su dinámica intrínseca es mucho más eficiente que la de las prohibiciones centralizadas, o las decisiones televisadas de las Cumbres G20.
Comments by Luis G de la Fuente