Vivimos en un sistema económico que sobre-recompensa a unos pocos, e infra-valora a todos los demás. El hecho de que la riqueza del planeta se está dirigiendo cada vez más a una minoría ínfima en la cúspide de la pirámide es un problema.

La deuda tiende a hacer aumentar las desigualdades entre los que ‘tienen’ y los que ‘no tienen’. Muchos de los que tienen lo hacen de los medios de producción, obteniendo beneficios y dividendos de estos medios. Les siguen los ejecutivos de alto nivel y burocracias internacionales con sus elevados salarios.

En contra de lo que la izquierda política piensa, las desigualdades no son resultado de una economía capitalista, sino de los privilegios y oligarquías que se han apoderado de la política y economía mundiales. Y el motivo es que el capitalismo dejó de existir hace ya tiempo. (continuará).